jueves, 28 de julio de 2011

Es tan misterioso el país de las lágrimas...



Si tú vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado, inquieto...
¡descubriré el precio de la felicidad!
Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón...


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